La Tecla Mar del Plata
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El Papa Francisco falleció este lunes a los 88 años en la residencia de la Casa Santa Marta, donde vivía desde el inicio de su pontificado. A pesar del delicado estado de salud que atravesaba, el domingo de Pascua se asomó por última vez al balcón de la Basílica de San Pedro para impartir la bendición Urbi et Orbi, en un gesto profundamente simbólico: no murió aislado, sino de cara a su pueblo, acompañando hasta el final.
En medio del dolor que recorre al mundo católico y más allá de él, Monseñor Ernesto Giobando ofreció unas palabras que condensan el sentimiento de millones: “Son muchas las cosas que van pasando por el corazón cuando uno pierde un amigo”, expresó, recordando al Padre Jorge, al hermano jesuita, y a ese Papa que, con sus gestos, dejó una huella indeleble.
“El principal legado de Francisco son sus signos. También sus palabras, claro, pero sobre todo sus gestos. La cercanía, la humildad, la ternura. Y su última bendición en la plaza es prueba de eso”, expresó Giobando.
El lunes de Pascua, fecha en que falleció, no pasó desapercibida. “No murió el Viernes Santo, pero sí en la octava de Pascua. Eso también es significativo: es un mensaje de vida, de resurrección. La muerte no es lo último, es un paso”, reflexionó.
Francisco fue objeto de críticas en su tierra, sobre todo al comienzo de su papado. “Creo que ahora estamos entendiendo por dónde iba su vida y su mensaje. Él vivió 75 años en la Argentina, y eso fue suficiente para dejar un testimonio. Después le tocó una misión más universal. Siendo jesuita y misionero, supo que ya había estado en su tierra, y que luego debía ir a las fronteras del mundo”, recordó el obispo.
Esta tarde, a las 18 horas, se celebrará una misa especial en homenaje al Papa Francisco. “Será una misa de Pascua, pero también una misa por nuestro querido Papa. Vamos a rezar por él, pero ahora es él quien tiene que rezar por nosotros. Ya está en la presencia de Dios, y esa es la nueva misión que le toca”, concluyó Giobando.