Las heterogéneas huestes peronistas continúan su periplo de incertidumbre. La resolución vía escritorio de la presidencia del PJ evitó el paso por las urnas pero no saldó las tensiones que vienen arrastrándose desde el fallido gobierno de Alberto Fernández y que la derrota electoral del 2023 contribuyó a aumentar.
En el plano local, las rencillas internas del peronismo pueden sintetizarse en las posiciones de Fernanda Raverta, más cercana a Máximo y a la ex-presidenta, y Gustavo Pulti, el vecinalista devenido en legislador kicillofista. Quién fuera alcalde de Gral. Pueyrredon entre 2008 y 2015 no pierde oportunidad en mostrarse junto al gobernador con un objetivo a largo plazo: sentarse en su sillón a partir del 2027. O al menos, ocupar el lugar de vice.
La situación impacta en el ravertismo que ya viene lesionado luego de dos Ejecutivas y una Legislativa pérdidas frente al esquema de Guillermo Montenegro. La ex-titular de ANSES durante el albertismo busca evitar a toda costa el arribo de dirigentes nacionales y también corta los caminos de figuras emergentes para poder concentrar toda la referenciar en el 2025.
En este sentido, "Encuentro Marplatense", el sello electoral qué ambos dirigentes impulsar en el 2023, se convirtió en un efímero experimento fallido. ¿Qué ocurre con el Frente Renovador, el tercer socio de aquella herramienta?
El massismo, qué podría colocar al próximo ministro de Transporte bonaerense, mira por el rabillo del ojo la reyerta y aguarda al desenvolvimiento de los hechos.