El 17 de cada mes, familiares de víctimas del buque pesquero "Repunte" insisten en el pedido de justicia por los diez marineros fallecidos en junio de 2017 mientras se encontraban en aguas patagónicas. El caso se volvió paradigmático por el reclamo organizado que puso en tela de juicio muchas de las lógicas que son moneda corriente en los puertos del país, entre ellos, el marplatense.
Desde "Ningún Hundimiento Más", organización que nuclea a familiares tanto del Repunte como del Rigel -otra embarcación naufragado en 2018-, apuntan contra la "desidia y corrupción del Estado". ¿Los motivos? Uno de los hechos claves en la causa son los cálculos de estabilidad de la nave luego de que se le añadan tangones, instrumentos para la pesca de langostino, algo para lo que el Repunte no estaba orginalmente diseñado.
Los controles tanto de ingenieros navales como de la Prefectura Naval Argentina, son ejes centrales en los hundimientos, ya que sin estos las embarcaciones no pueden salir a realizar tareas de pesca. A su vez, la lupa está puesta en los empresarios, que a los fines de maximizar ganancias, envían a los buques sin las condiciones necesarias. Otras de las entidades involucrados es el Consejo Federal Pesquero, encargado de tramitar los permisos de pesca.
La siniestralidad naval en números
Según informaron desde el grupo de estudios Observatorio de Conflictivdad, "desde el 2000 hasta la fecha, se han hundido 60 barcos pesqueros, con un saldo de 97 muertos, entre tripulantes fallecidos y desaparecidos".
Algo a lo que apuntan tanto familiares como investigadores, es a superar la lógica del fallo humano individual, como puede ser del capitán del barco o de condiciones meteorológicas y poner el foco en la cadena de responsabilidades que desembocan en navíos sin condiciones o en mal estado. Es por eso, que en distintas declaraciones, han asemejado a la causa a hechos como el de "República de Cromañón".
Otro de los puntos dónde se hace foco y que compete tanto al Estado como al sector privado, es la antigüedad de la flota. Según lo revelado por el Observatorio, la edad media promedio de la flota argentina es de 38 años -un número de por sí alto-, mientras que la de los buques hundidos es de 44, es decir, por encima de la media