La salida de Santiago Bonifatti del Ente Municipal de Servicios Urbanos (EMSUR) no representa simplemente un cambio de nombres en el organigrama municipal de General Pueyrredon; es, ante todo, el cierre de una etapa signada por las críticas y el reconocimiento de un estado de abandono que ya resultaba insostenible para el vecino marplatense. En su lugar, el Ejecutivo ha decidido apostar por un perfil diametralmente opuesto, el de Daniel Martínez. El ex subsecretario de Seguridad, conocido por su impronta operativa y su confrontación directa contra las irregularidades en la vía pública, llega con la misión de intervenir un área que, bajo la mirada de Bonifatti, pareció sumirse en una negligencia crónica que hoy Martínez se propone remontar con un estilo de gestión basado en el rigor.
El primer spot oficial de Martínez como titular del ente ha servido como una declaración de principios que ya genera eco en el tablero político local. Lejos de los tecnicismos o las promesas de gestión tradicionales, el flamante funcionario optó por un discurso crudo y frontal, matizado con imágenes de operativos de control. “Vamos a controlar a todos y al que no cumpla lo vamos a partir con un queso”, disparó Martínez, marcando una cancha donde la permisividad parece haber llegado a su fin. En su visión, la higiene de la ciudad no es un hecho aislado, sino una consecuencia directa del control del espacio público, el cual, según sus palabras, debe estar “limpio de basura, limpio de ocupas, limpio de trapitos y limpio de fisuras”.
Este nuevo paradigma operativo busca capitalizar el prestigio que Martínez obtuvo durante su paso por la cartera de Seguridad, especialmente tras encabezar los operativos contra los cuidacoches que mantenían en vilo a diversos sectores de la ciudad. Ahora, el desafío es trasladar esa eficacia al EMSUR, trabajando de forma mancomunada con la Patrulla Municipal. La propuesta es clara: recuperar la calle para los vecinos y terminar con la sensación de acefalía que caracterizó los últimos tiempos. Martínez no solo apunta a la recolección o al mantenimiento, sino a una depuración integral del entorno urbano bajo la premisa de que “el trabajo es mucho y nunca se termina”.
La transición deja al descubierto el contraste entre dos modelos de gestión. Mientras que la era Bonifatti es recordada por muchos como un periodo de brazos caídos y falta de respuestas básicas, Martínez irrumpe con la contundencia de quien entiende que la política urbana también se juega en la disciplina. Resulta paradójico que, a pesar del evidente fracaso de su gestión y el malestar sembrado en la ciudadanía, Bonifatti podría continuar ligado a la estructura estatal, un hecho que no deja de alimentar suspicacias. No obstante, la atención hoy está puesta en el nuevo conductor del EMSUR, quien ha cerrado su presentación con una frase que funciona como advertencia y lema: “En Mar de Plata no aceptamos sucios”. Comienza así un tiempo de orden y vigilancia, donde la limpieza de la ciudad parece ser, finalmente, una cuestión de autoridad.