La Tecla Mar del Plata
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La cuenta regresiva hacia el pico turístico en Mar del Plata se enciende con señales de alarma desde la costa. El Sindicato de Guardavidas y Afines decidió pasar de la advertencia a la acción ante el estancamiento de las negociaciones salariales con los concesionarios privados de balnearios, un diferendo que amenaza con salpicar el inicio de la temporada alta.
El eje del reclamo vuelve a escena con fuerza: los trabajadores exigen una recomposición que lleve los haberes del sector privado al mismo nivel que quienes desarrollan tareas en el ámbito municipal. La discusión se agudizó después de que, a comienzos de diciembre, el plantel dependiente del Municipio cerrara un entendimiento salarial que garantiza aumentos para todo el 2026. Ese acuerdo dejó aún más expuesta la brecha entre los dos esquemas de contratación.
La municipalización del servicio, hace cinco años, modificó la lógica laboral de más de un centenar de guardavidas. Desde entonces, los sueldos se arman con aportes estatales y empresariales, una fórmula híbrida que hoy muestra sus grietas: cerca de 60 trabajadores —entre personal de balnearios y quienes cumplen funciones en piscinas privadas del corredor costero— quedarían rezagados si no hay una mejora urgente.
Con el desembarco turístico ya en marcha y más de 35 piletas habilitadas, el sindicato resolvió convocar a una manifestación este viernes 26 a las 10.30 en la Escollera Norte. El objetivo es reactivar la negociación y hacer visible el reclamo. “No podemos quedar atrás cuando las responsabilidades y los riesgos son los mismos”, plantearon desde la conducción gremial al lanzar la convocatoria.
La invitación se hizo extensiva no solo a guardavidas en actividad, sino también a aspirantes, allegados y vecinos que quieran respaldar el pedido. El mensaje es claro: sin una resolución urgente, el conflicto podría escalar en pleno verano, en un servicio clave para la seguridad de miles de visitantes.
Mientras el sector empresario se mantiene hermético y las conversaciones siguen bloqueadas, las medidas irán en aumento. Con la temporada en su fase más sensible, el desenlace de esta disputa marcará una señal para el resto de la actividad turística, que ya mira de reojo el termómetro social en la playa.