El año electoral opera sobre el Concejo Deliberante como una esencia aromática que impregna todos sus movimientos y decisiones. Los protagonistas evitarán hacer declaraciones que unifiquen hechos legislativas con las urnas, pero como se ha dicho hasta el hartazgo, los gestos dicen mucho más que las palabras.
La primera Sesión Pública Ordinaria del 2025 se da en un contexto que es especialmente convulso para las alianzas políticas que habían regido hasta ahora. Para muestra hace falta retroceder apenas unos días. El lunes 24 de marzo, el Concejo encaró el plenario especial correspondiente a la conmemoración del Golpe de Estado de 1976, fecha en la cual suele haber documentos y declaraciones más o menos conjuntas de todos los bloques.
No obstante, a mitad del evento, el Pro y la Coalición Cívica se retiraron del recinto a diferencia del radicalismo que se mantuvo en el lugar. No pocos vieron en dicho gesto, luego justificado como reacción a un discurso brindado por organismos de DDHH, como una exposición a cielo abierto de la interna: amarillos y lilitos se retiraron junto a los libertarios, con quién el Ejecutivo viene tendiendo puentes. ¿En qué lugar deja eso a la UCR?
La Sesión podría ser un termómetro del estado de dicha relación. El detonante de un nuevo chispazo se podría originar en múltiples circunstancias: desde las siempre polémicas cuestiones previas a alguna comunicación anti-libertaria de autoría opositora.
En la otra hilera de bancadas, la situación no es mucho mejor. Aunque nunca se logró conformar un interbloque, buena parte de los ediles actuales de la oposición fueron electos bajo el formato de "Encuentro Marplatense". La experiencia del acuerdo entre Pulti y Raverta cayó en saco roto y se volvió uno de tantos sellos que no trascienden la noche de la elección.
El sector vive una particular tensión estos días por los tires y aflojes en torno al cronograma electoral. ¿Habrá o no PASO? ¿Habrá o no desdoblamiento? Ante esas preguntas, las voluntades parecen partirse. Mientras que camporistas y massistas van en dirección de un escenario sin internas pero con coincidencia de fechas nacionales, el mandamás del vecinalismo se muestra como una espada de la posición kicillofista de partir por primera vez la fecha del electorado bonaerense.