RELEVAMIENTO
La Tecla Mar del Plata
Redacción
Todos los derechos reservados
Serga.NET
Una Historia de Dinosaurios Políticos y Policiales
*Por Jorge Luis Vidal, Ph.D
Las instituciones, sean cuales fueran, deben ser fuertes en su accionar profesional y en el cumplimiento de su misión y objetivos. Pero se entiende que por los cambios rápidos y vertiginosos que hubo en el siglo pasado y lo que va de este, no pueden ni deben ser rígidas y deben con el paso del tiempo arrojarse a procesos de modernización y actualización de su funcionamiento y el de sus hombres componentes.
Es justamente nuestra policía de la provincia de Buenos Aires una institución. Esa que siendo de carácter civil y armada, se uniforma en función de prevenir y reprimir el delito, combatir el narcotráfico, defender nuestras vidas y proteger nuestros bienes en el territorio provincial.
Hace años, muchos años, que esta policía, este cuerpo policial, debió haberse modernizado y acompañar los procesos de transformación como lo hicieron otras policías del mundo. Sin dar la vuelta al orbe cruzando el amplio océano, reflejarnos al menos en procesos exitosos de otras policías de este mismo continente.
Lo sucedido en esta provincia con su policía y lo bajo que ha caído en lo profesional, en la consideración de la sociedad y en el sentimiento de orgullo y pertenencia del mismo hombre policía, delata a simple vista la degradación profesional que tiene varios responsables y culpables.
Políticos primero. Gobernadores y ministros con su cohorte de amigos, que hicieron política con la seguridad y no instrumentaron políticas de seguridad en la provincia. Sumado esto a algunas cupulas policiales amanuenses que por conveniencia y sin responsabilidad por la conducción, pasaron, cumplieron su turno y escaparon de la función, sin mirar atrás lo que habían dejado.
Los dinosaurios no tomaron nota que están cayendo meteoritos hace tiempo, los que terminarán extinguiendo el modelo antiguo de seguridad pública, que como queda a la vista, no da resultados ni hacia dentro de la institución ni complace a la población que no quiere ser cadáver al final del día.
Nadie recuerda hoy dentro de la fuerza a un buen ministro de seguridad ni a una buena cúpula policial que los haya hecho sentir contenidos y respetados como profesionales de policía. Muy por el contrario. Los recuerdos se ciñen a lo bien o mal que la pasaban con tal o cual cúpula, o se hace referencia a la libertad u ojos cerrados, que daban la posibilidad de caminar con un pie de cada lado de la línea en determinado tiempo.
Esta policía está hoy en un punto en la que, como institución, no tiene ni siquiera la consideración de sus propios pares de otras fuerzas, a las que hace treinta años atrás, le peleaba cabeza a cabeza la profesionalización en investigación criminal y combate al delito.
Es cierto que el material humano que ingresa a la institución policial viene a medio cocinar en lo educativo y en lo cultural. Ingresan hombres y mujeres en un alto porcentaje por necesidad laboral, cuyo origen en algunos casos se enlaza con lugares marginales donde se convive con el delito.
Si a estas consideraciones negativas, le agregamos maestros cocineros policiales que en el escaso tiempo que tienen en sus manos la materia prima humana, no saben, no pueden o por desidia no quieren terminar la torta “a punto”, no esperemos entonces ver un buen producto en la calle que pueda ser digerido. Solo veremos gente necesitada y armada que se uniforma de policía.
Quien de todos estos gobernadores y ministros irresponsables que pasaron por la función se hacen cargo. ¿Quién asume los costos económicos y humanos de tener hoy la policía que tenemos? Todos ellos dicen “yo hice, yo compré, yo limpié”, pero la verdad, la única verdad, es que hay una institución policial barranca abajo.
En busca de un proceso de transformación integral
En épocas donde algunas de las policías del continente comunican sus actos y actuaciones por todas las redes sociales existentes, donde todos los jefes policiales de sus zonas se hallan preparados intelectualmente para dar declaraciones a la prensa informando claramente a la sociedad a la que se deben, por aquí tenemos dinosaurios policiales que no pueden ni los dejan abrir la boca para explicar lo elemental.
Hay que ir a un plan integral de innovación, transparencia y efectividad policial, para lo cual debemos convocar como mínimo a expertos internacionales, académicos, juristas, empresarios, legisladores y a miembros de la fuerza policial en retiro. Todos aquellos que honestamente quieran aportar su visión de lo sucedido, el estado actual y el camino a seguir para poner de pie la institución que la sociedad merece. También realizar una escucha activa y construcción colectiva del futuro policial, hablando justamente con las familias policiales.
El objetivo, claramente, es recrear la confianza de los ciudadanos en la institución policial y el reconocimiento de la legitimidad del hombre policía profesional.
Si en ese sentido caminamos, con las políticas efectivas y no las efectistas políticamente, tendremos con el tiempo policías mejor formados, con estándares de actuación validados internacionalmente. Policías con sentido y orgullo de pertenecer, con conocimiento y tecnología para enfrentar el delito.
No resultaría difícil dar los primeros pasos para iniciar un proceso como el que se menciona aquí. Quizás lo difícil sería mover a los dinosaurios políticos y policiales, y ponerlos a trabajar a conciencia.
Basta de estrellitas rutilantes de ego elevado en el ministerio de seguridad. Basta de funcionarios públicos funcionales a sus propios intereses políticos. Demos paso a servidores públicos con conocimiento, ganas e interés en acercar la policía a la población toda, y entregar el mejor servicio profesional de policía.
Nos lo merecemos como sociedad.
Jorge Luis Vidal, Ph.D
Analista en Inteligencia Delictual
Especialista en gestión de la seguridad pública y lucha contra el Narcotráfico, en Medellín Colombia y Buenos Aires