19 de agosto de 2025
FIN DE CICLO
Pujato: un concejal en modo despedida anticipada
Con el mandato a punto de expirar y fuera de las listas, el radical Gustavo Pujato transita sus últimos días en el Concejo Deliberante entre el desgano y la falta de protagonismo. Su rol al frente de la comisión de Educación expuso una actitud que refleja más el cansancio de la política que el compromiso con la función pública.

El tiempo de Gustavo Pujato en el Concejo Deliberante de General Pueyrredon está contado. Electo en 2021 desde el séptimo lugar de la lista de Juntos por el Cambio, su mandato vence el 10 de diciembre y, sin lugar en las boletas para septiembre, apenas le restan 113 días de gestión. Lo curioso no es el final de su carrera institucional, sino la forma en que transita esa recta final: sin brillos, sin iniciativas y con un visible desinterés por la tarea legislativa.
Durante estos años, su perfil bajo lo mantuvo lejos de grandes debates y discusiones en el recinto. Pero cuando le toca ejercer la responsabilidad de presidir una comisión, en este caso la de Educación, su actitud desnuda el verdadero problema: la falta de ganas.
En la última reunión, al estar cerca del final del orden del día, Pujato arrancó con un tono de alivio creyendo que se trataba del último expediente. Al descubrir que aún quedaban más, no disimuló la decepción ni el fastidio: “No, no es el último, es el anteúltimo. No… ¡nos quedan más, nos quedan más! Acá tengo otra pila. Quedan más”. Una postal de desidia que difícilmente pase inadvertida para quienes esperan que el Concejo trabaje con seriedad sobre temas clave.
Lo que debería ser un espacio de impulso, control y debate democrático se transforma así en un trámite burocrático que se sobrelleva con tedio. Pujato, que llegó como parte de una coalición que prometía dinamismo y renovación, hoy encarna lo contrario: una política cansada, que se apaga antes de tiempo y que parece esperar simplemente que pasen los días.
En un año en el que General Pueyrredon se prepara para ir a las urnas en elecciones inéditas, la imagen del concejal funciona como símbolo de algo más amplio: un sistema que a menudo se desconecta de la gente, que confunde representatividad con permanencia y que naturaliza el desgano como si fuera parte del oficio. Quizá, el próximo 7 de septiembre, la ciudadanía tenga la oportunidad de dar una respuesta distinta: votar con más exigencia, para que los escaños se ocupen con compromiso y no con la nostalgia de un mandato que ya caducó en los hechos.