12 de junio de 2025
PANORAMA COMPLICADO
La torre de 35 pisos: una muestra de la creciente simbiosis entre la justicia y la política
El caso de la torre en el barrio Stella Maris, frenada por una cautelar judicial que el Municipio apeló, reavivó el debate sobre la relación de los poderes: la ciudad vive entre la judicialización de la política y la politización de la justicia. En este contexto, se suma una crítica recurrente desde el Ejecutivo: incluso con políticas activas en seguridad, la justicia no responde con la misma contundencia. ¿Quién decide y quién gobierna cuando los jueces tienen la última palabra?

La construcción de una torre de 35 pisos en el barrio Stella Maris, paralizada por una medida cautelar y apelada por el Municipio, se transformó en mucho más que una disputa por metros de hormigón. El expediente, que en teoría debía tratarse en clave urbanística o técnica, revela una tendencia política cada vez más marcada en Mar del Plata: las decisiones de fondo se trasladan de los recintos y despachos públicos a los pasillos judiciales.
Esta deriva institucional se vuelve evidente en múltiples casos. Desde licitaciones públicas hasta cargos de funcionarios cuestionados, como el del secretario de Obras Jorge “Guasa” González, el sistema judicial termina funcionando como un actor más, y a veces el más decisivo, del juego de poder. En lugar de resolverse con debates democráticos, muchas políticas quedan atadas a amparos, presentaciones judiciales y fallos de tribunales.
Pero el fenómeno va más allá del urbanismo. En materia de seguridad, desde el Ejecutivo local insisten en que, aun con patrullajes reforzados, operativos diarios y presencia territorial, la justicia no acompaña. Detenidos que vuelven a las calles, causas que no prosperan, menores liberados en horas: el resultado es un ciclo de impunidad que frustra al Estado, a las fuerzas y, sobre todo, a los vecinos. “Trabajamos para sacar a los delincuentes y la justicia garantista lo devuelve”, repiten desde el oficialismo.
Así, la política y la justicia se entrelazan en un esquema que ya parece estructural. Los jueces no solo intervienen cuando el poder falla, sino incluso cuando actúa. Y mientras las responsabilidades se cruzan y las atribuciones se difuminan, el ciudadano queda atrapado entre la ineficiencia institucional y la falta de soluciones reales.
En ese marco, Mar del Plata no es la excepción. Es el espejo de una democracia en tensión. La pregunta que queda flotando, cada vez más inquietante, es si la política está cediendo su capacidad de decidir... o si la justicia la está ocupando por defecto. ¿Quién gobierna cuando todo se define en los tribunales?