Envalentonado por pequeños triunfos en las disputas políticas con el cristinismo, el Gobernador alienta al MDF como alianza electoral, mira los antecedentes y su entorno dice que “no es unidad hasta que duela”.
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Armó el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y logró el acompañamiento de más de la mitad de los intendentes del PJ; consiguió poner de su lado a una docena de diputados y un par de senadores; resistió cambios y prefirió gobernar sin Presupuesto antes que condicionado; desdobló las elecciones pese a la oposición del cristinismo; empujó modificaciones en el cronograma electoral a los que la Legislatura se resistía. Son algunas de las pequeñas victorias de Axel Kicillof sobre la sociedad de La Cámpora, el Frente Renovador y el espacio que responde a Martín Insaurralde. Pequeñas victorias que lo empujan a acelerar en la carrera y, posiblemente, lo lleven a disputar la competencia electoral con una nueva camiseta: el MDF ya se mueve como un frente.
El espejo de la historia acompaña la teoría sobre la oportunidad. Las renovaciones en el peronismo bonaerense tuvieron siempre un escenario cuasi bélico donde las posturas disonantes terminaron enfrentadas en el terreno electoral, con listas separadas en comicios legislativos. Así se resolvió la primera renovación post dictadura en 1985. Así se dirimió la disputa Kirchner-Duhalde en 2005. ¿Será así ahora? Una parte importante del MDF sostiene que es el momento de consolidar el liderazgo de Kicillof, y mientras todos hablan en público de la importancia de la unidad para mostrarse hegemónicos frente al gobierno libertario de Javier Milei, por abajo suceden cosas que van en sentido contrario.
“No es unidad hasta que duela, esa experiencia ya la pasamos”, advirtió Carlos Bianco en un plenario del kicillofismo de la Séptima sección, realizado en Tapalqué. La frase del ministro de Gobierno dejó clara la postura, cada vez más arraigada en el MDF y en Kicillof, de querer imponer las condiciones de la futura unidad o, de lo contrario, ir a la cancha con alianza propia incluso a riesgo de enfrentar a Cristina Fernández en la Tercera sección. “Es romper para que te llamen”, suele ser, drástica, la frase utilizada por uno de los intendentes más pegados al Gobernador.
“Vamos a lanzar el Movimiento Derecho al Futuro (el sábado 31 en La Plata) y después vamos a convocar a la construcción de un frente al que vamos a invitar al PJ, vamos a invitar a La Cámpora y vamos a invitar también a radicales enfrentados con Milei y al PRO que entienda que el camino no es Milei”, confió uno de los entusiastas armadores del kicillofismo. Fantasean con una ampliación más allá de los límites del peronismo. Invitar es asumir que la casa en la cual se construirá el vehículo electoral es la propia y, como se sabe, el dueño de casa es quien fija mayoritariamente las reglas.
Presentar el frente propio es el próximo golpe del kicillofismo si antes no se sella la unidad entre Axel y Cristina con compromisos lacrados. Sólo ellos pueden evitar el quiebre definitivo, pese a la presunción kicillofista de que Máximo Kirchner empuja la ruptura. En el MDF dicen que desde el lado de Cristina se habla de unidad, pero la siguen sosteniendo como candidata seccional, aun cuando se cayó Ficha Limpia y podría postularse como diputada nacional. “Su presentación por la Tercera está reñida a las patadas con la idea de la unidad, porque claramente viene a disputar el territorio, que está ordenado, y sólo por el capricho de disputarle poder a Espinoza en La Matanza y a Ferraresi en Avellaneda”, se quejó un allegado al Gobernador.
Desde la Cámpora y el Frente Renovador retrucan: “Si se rompe la culpa es de Kicillof”. Para el cristinismo tampoco sería fácil explicar por qué “la jefa” confronta en las urnas con un gobernador del Partido Justicialista, al que preside. Este punto hace dudar a la exvicepresidenta y ha generado rispideces en el Instituto Patria. Una parte de La Cámpora quiere verla en la competencia nacional sin sumergirla en una disputa seccional. También hay voces de alerta sobre las consecuencias de una división para los intendentes.
El último fin de semana, el cristinismno salió a confirmar la candidatura de ella y de Sergio Massa en la Tercera y la Primera respectivamente. “Cristina tiene todas las condiciones para ser candidata”, dijo un ministro, para minimizar el impacto que produce hacia dentro esa posibilidad. Sin embargo, aclaró: “La unidad no es unidad si no se reconoce el rol del Gobernador”. Sigue siendo ese el punto.
El liderazgo de la presidenta del PJ nacional, Cristina Fernández, es discutido hasta en sectores provenientes del kirchnerismo y tensan la relación con La Cámpora.
Massa, Martín Insaurralde y un sector camporista piden “racionalidad”. En privado reconocen que Kicillof fue más allá de lo que previeron, que subestimaron su capacidad de armado, y ahora las condiciones han cambiado. Todavía no han podido convencer a Máximo y al ala más dura.
“Hay una elección nacional donde se puede construir un escenario de unidad tranquilamente y una elección provincial donde se discute si el poder político de la Provincia lo va a conducir Axel o si lo van a conducir Máximo y La Cámpora, esa es la discusión”, dicen en calle 6. Para el kicillofismo, en la campaña de diputados nacionales se discute frente a Milei y en la elección provincial se delibera el fortalecimiento del Gobernador, a quien proyectan para la carrera presidencial de 2027.
Esas pequeñas victorias, ahora reconocidas desde la otra vereda de la interna, le han permitido al mandatario bonaerense consolidar su propio armado, y ampliarlo hasta el punto que la anhelada unidad se convierte en un oxímoron. Aunar estructuras con el cristinismo y el massismo le significará a Kicillof el desafío extremo de contentar a todos los espacios que ya tiene y los que sigue buscando, y no podrá conformar a todos. “Axel se quedó sin margen para proponer la unidad sin tener que resignar espacios que desde adentro del MDF le van a reclamar. Hoy la unidad le puede significar que se rompa su propia estructura”, reflexionó un militante peronista de muchos años que juega del lado de Cristina, pero ve a ese sector muy complicado en el escenario actual.
Un ministro bonaerense coincidió en el análisis y descalificó la unidad si la misma se busca en los términos charlados en la larga y ya lejana reunión del 6 de abril en La Plata. Allí, el planteo fue un reparto por secciones con derecho a veto de quienes quedaban a cargo sobre los otros sectores . “Una de las cosas que salió mal es que haya un sistema de vetos, si no se cambia el método es imposible”, subrayó el funcionario.
El gobernador bonaerense está decidido en avanzar con la construcción del espacio político y hacer una convocatoria a un frente electoral en el que participe el conjunto, pero además sea amplíado con otros espacios. Sueña con una construcción diferente y más horizontal sin ser una réplica del fallido experimento Alberto Fernández presidente Cristina vice. Una unidad que se fue al demonio en pocos meses y derivó en fracaso. Tampoco quiere replicar el esquema de armado de 2023.
Kicillof mira ese espejo y entiende que repetir la huella le significaría complicar la carrera hacia delante. También mira más atrás, en el reflejo de la historia, se entusiasma y acelera.
¿El axelismo suma nuevos alfiles?
El kicillofismo buscará mostrar su volumen político consolidado con un acto masivo el 31 de mayo en La Plata (estaba programado para el 24 y se postergó). Allí hará gala de su poderío territorial ganado en el camping de UPCN, en el que Axel Kicillof será el orador de cierre de la jornada. Los talleres previstos serán: Economía y Finanzas; Producción y Trabajo; Obra Pública y Hábitat; Educación Pública; Salud Pública y Ambiente; Comunidad, Territorio, Jubilados y Niñez; Seguridad y Justicia; Ciencia, Tecnología y Universidad; Cultura, Deportes y Derechos Humanos y Mujeres, Diversidades y Juventud.
Axelismo.
“Muchos quieren ser parte y no se pueden hacer mil reuniones con Axel, necesitábamos un lugar donde todos los que vienen adhiriendo puedan sentir que están contemplados. Por eso se planteó hacerlo con comisiones, para que todos se sientan protagonistas”, dijo un ministro al respecto. Hay quienes juegan con la posibilidad de que se sumen nuevos actores y no descartan la presencia sorpresiva de dirigentes de peso. Dejan trascender que hasta podrían aparecer intendentes que hasta el momento no se definieron.
El gobernador, Axel Kicillof, gana terreno en la disputa con La Cámpora y suma dirigentes políticos, sindicales y sociales a su armado en la provincia de Buenos Aires.
Las armas que guarda Kicillof para asegurarse gobernabilidad
Los ministerios, organismos y directorios en manos de La Cámpora y del Frente Renovador seguirán siendo de ellos mientras la unidad se mantenga, pero en caso de ruptura la cosa cambiará. Desde el interior del MDF advierten que sería ilógico continuar con un gabinete parcelizado si en la competencia electoral terminan en veredas diferentes. Y, en todo caso, podrán ser utilizados para compensar a sectores internos del Movimiento kicillofista o para seducir a nuevos aliados.
Sin embargo, hay otras sillas que esperan dueño y Kicillof las tiene retenidas. Son lugares a negociar con la oposición, y en el marco actual servirían muchísimo para asegurarse la gobernabilidad hasta 2027. Con los resultados de las elecciones puestos y la nueva composición legislativa sentenciada, el Gobernador puede usar los cargos pendientes en la Provincia para transitar con tranquilidad el último paso por la gestión y, como objetivo de máxima, conseguir mayor apoyo parlamentario.
Los tres ministro de la Suprema Corte de la provincia de Buenos Aires.
Kicillof demoró hasta el límite (la oposición entiende que más allá del límite) la designación de cuatro jueces de la Suprema Corte, cuatro directores del Banco Provincia (que para el año venidero serán 8), los directores de las empresas del Grupo Bapro, los miembros del Consejo General de Cultura y Educación y directores de empresas del Estado, entre otros cargos. Los tendrá libres para una negociación con la nueva composición legislativa. Una herramienta nada desdeñable que, si la sabe utilizar, le dará réditos legislativos y políticos.
En La Cámpora afirman que no es cierto que su sector haya hegemonizado las listas, sino que distribuyeron lugares a tos diversos sectores del peronismo.
El Gobernador juega al TEG y gana terreno en el mapa bonaerense
El gobernador bonaerense comenzó a consolidar su espalda política al tejer vínculos más estrechos con intendentes del Conurbano e interior. Con más de 40 alcaldes con línea directa, se dispone a avanzar en nuevos territorios. A través de Gilberto Alegre, se abrió la puerta para dialogar con Guillermo Britos (Chivilcoy). Además, aparecen en el radar Julio Zamora (Tigre) y Fernando Gray (Esteban Echeverría) en caso de cortar lazos definitivos con Cristina Kirchner.
Primera Sección
Fernando Moreira (San Martín) Pablo Descalzo (Ituzaingó) Mario Ishii (José C. Paz) Ricardo Curutchet (Marcos Paz) Lucas Ghi (Morón) Facundo Diz (Navarro) Federico Achaval (Pilar)
Segunda Sección
Diego Nanni (Exaltación de la Cruz) Mauro Poletti (Ramallo) Ricardo Alessandro (Salto) Cecilio Salazar (San Pedro)
Tercera Sección
Mariano Cascallares (Almirante Brown) Jorge Ferraresi (Avellaneda) Juan José Mussi (Berazategui) Fabián Cagliardi (Berisso) Mario Secco (Ensenada) Andrés Watson (Florencio Varela) Fernando Espinoza (La Matanza) David Angueira (Punta Indio)
Cuarta Sección
Germán Lago (Alberti) Sergio Barengui (Bragado) Daniel Stadnik (Carlos Casares) María Celia Gianini (Carlos Tejedor) Gilberto Alegre (General Villegas) Ignacio Pugnaloni (Hipólito Yrigoyen) Carlos Ferraris (Leandro N. Alem)
Quinta Sección
Francisco Echarren (Castelli) Carlos Rocha (General Guido) Juan Manuel Álvarez (General Paz) Arturo Rojas (Necochea) Walter Wischnivetzky (Mar Chiquita) Sebastián Walker (Pila) Juan De Jesús (Partido de La Costa) Gustavo Barrera (Villa Gesell)
El kicillofismo tiene el desafío de hacer pie en la Legislatura y limar las asperezas tanto con La Cámpora como con el Frente Renovador.
El clamor de Massa y la expectativa de los intendentes que no están en el MDF
Sergio Massa, por conveniencia y convicción, ruega por la unidad y mueve los hilos en la búsqueda de una mesa de paz entre Cristina y Axel que lo cuente como la tercera pata a la hora de confeccionar las listas. Necesita la unidad para conservar lo que tiene (en lo posible ampliarlo) y para no verse obligado a elegir en una dicotomía entre la que deberá decidirse entre la sociedad tácita que sostiene con Máximo Kirchner y la postura de la mayoría de los intendentes del Frente Renovador.
Más allá de las fuertísimas declaraciones en contra del Gobernador y de su equipo cercano lanzadas la semana pasada por el diputado Rubén Eslaiman, el massismo en conjunto pide un entendimiento electoral. Pero también, como dijo Eslaiman, opera que “si no hay unidad es por culpa de Kicillof”. El problema para el tigrense, por ahora alineado a Cristina, es que ya en febrero los intendentes del espacio le advirtieron que en caso de ruptura la mejor opción para ellos era ir con el Gobernador. Sólo Juan Andreotti (San Fernando) mostrٖó una postura contraria.
Sergio Massa mantiene intacto su acuerdo con Cristina Kirchner.
“Si no hay unidad vamos a tener libertad de acción”, le dijo días pasados a La Tecla un alcalde del espacio. Cuesta creer que el verticalismo massista dé ese margen de maniobra a riesgo de quebrar el partido. Sí suena más convincente la teoría de un legislador: “Si da libertad de acción es porque Sergio va a jugar con Cristina en el Conurbano y con Axel en el interior”. Massa sabe hacer muy bien esas maniobras.
Los renovadores no son los únicos intendentes que dudan sobre el camino a tomar si hay ruptura. También se escucha ruido en el espacio de Martín Insaurralde, otro que no ve nada bueno en la división. E incluso no toda La Cámpora acompaña la inflexibilidad de Máximo en cuanto a la búsqueda de claudicación de Kicillof.
En todo opera una lógica simple: los intendentes deben gobernar dos años más en un escenario económico difícil, donde le único que le puede salvar las papas es el Gobierno provincial. Enfren-tarlo ahora para sufrir después, sea cual sea la elección, aparece como un negocio poco rentable.
El kicillofismo busca sumar a nuevos intendentes a su armado para desplegar un mayor poder territorial y hacer valer su peso hacia el interior del peronismo.
El peronismo que puede sumar por adentro o restar por afuera
Las broncas y diferencias políticas con Máximo Kirchner y Sergio Massa hicieron alejar de Unión por la Patria a dos intendentes del Conurbano que a la hora de contar votos son claves para el peronismo. Sin perder el tiempo, Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Julio Zamora (Tigre) encaran un nuevo camino con el objetivo de conjugar a otros sectores como el radicalismo y los desencantados con La Libertad Avanza.
En la última semana llamó la atención una foto en la que ambos dirigentes aparecieron junto al intendente de Chivilcoy, Guillermo Britos, al exalcalde de Hurlingham, Juan Zabaleta, y al senador provincial Joaquín de la Torre, un excambiemita con jefatura territorial en el distrito de San Miguel.
La foto que repercutió en el peronismo y posicionanó a intendentes.
El plan que tienen es el de armar un espacio nuevo que tenga la capacidad de presentar candidatos a legisladores provinciales en todas las secciones electorales para obtener representantes. Asimismo, tienden puentes con dirigentes radicales y hasta mantienen charlas con jefes comunales boina blanca que ven con malos ojos el acercamiento del partido centenario a Javier Milei.
Sin embargo, según pudo conocer La Tecla, hay miembros del Movimiento Derecho al Futuro que también tejen relaciones con este sector de peronistas enojados. Tanto el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, como el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, buscan acercar posiciones con viejos conocidos.
Hasta el momento no hubo conversaciones formales, pero es una posibilidad de que el MDF los integre en caso que Kicillof decida romper relaciones con La Cámpora y Sergio Massa. Ese escenario para algunos es posible, pero para otros es más difícil que se concrete y en ese caso irían por afuera.
Sobrevuela fantasmal la crisis cíclica de los 20 años
La crisis del peronismo bonaerense tiene varios antecedentes y una ¿casualidad?: Desde la vuelta de la democracia, cada 20 años se reproduce un quiebre por la disputa de liderazgos en la provincia de Buenos Aires.
1985
La derrota de 1983 generó en el Partido Justicialista una profunda discusión y el surgimiento de la renovación, que llegó a las elecciones de 1985 como una especie de partido paralelo frente a la estructura orgánica comandada por Herminio Iglesias.
La renovación, encabezada por Antonio Cafiero (lideró la lista de diputados nacionales), se presentó en las elecciones del 3 de noviembre con el Frente Renovador, Justicia, Democracia y Participación (FREJUDEPA), que obtuvo el aval de la Justicia para participar del comicio a pesar de la resistencia que oponía Herminio, quien fue la cabeza de lista del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI).
El FEJUDEPA terminó segundo detrás de la UCR y el FREJULI cuarto. Entre ellos se ubicó el Partido Intransigente. Pero el dato más trascendente para el PJ fue el cambio en la conducción del paronismo bonaerense. Cafiero ganó la gobernación en 1987 y crecieron sus aspiraciones presidenciales.
En 1988, Cafiero personificaba la ortodoxia y Carlos Menem la renovación. En la última gran interna del peronismo nacional, el por entonces gobernador de La Rioja venció al mandatario bonaerense y con ello el derecho a ser electo presidente en 1989. No deja de ser un antecedente en el cual Kicillof también pueda fijarse.
2005
La crisis del 2001 dejó al peronismo la mesa servida para quedarse con las elecciones anticipadas de 2003. Eduardo Duhalde, caudillo del PJ bonaerense y presidente interino en retirada, terminó por confiar en Néstor Kirchner la candidatura presidencial desechada por Carlos Reutemann y José Manuel De la Sota, para enfrentar a los también peronistas Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá. Kirchner fue segundo de Menem, quien renunció al balotaje y dejó en bandeja la presidencia al gobernador de Santa Cruz.
De inmediato, Kirchner entendió la imposibilidad de conducir el país con un PJ bicéfalo. Las legislativas del 2005 fueron la cancha donde se dirimió el nuevo liderazgo, con epicentro en la Provincia. 20 años después de la disputa Cafiero-Herminio, el peronismo bonaerense estaba otra vez partido. Tras el tumultuoso congreso del PJ nacional en Parque Norte donde discutieron feo Cristina Fernández y Chiche Duhalde, ambas se enfrentaron en las legislativas.
Cristina encabezó la lista de senadores nacionales del Frente para la Victoria. Hilda González de Duhalde la del Frente Justicialista. La esposa del presidente sacó el 45,77% de los votos. La esposa del exgobernador el 20,43% en el segundo lugar. Nacía la hegemonía K y terminaba la era Duhalde en el territorio provincial.
¿Veinte años después un hijo pródigo del kirchnerismo será quién cambie la era en el principal movimiento político de la Argentina? En menos de cuatro meses estará la respuesta.
El resultado porteño que incide en el armado provincial
La victoria de LLA y el fracaso electoral del PRO en la Ciudad de Buenos Aires pone a los amarillos en una situación de desventaja en la Provincia para una posible alianza; y los libertarios, con su “tabula rasa”, aceleran el operativo seducción para sumar dirigentes PRO. Todo es una señal de alerta para el peronismo, que otra vez se quedó con su promedio histórico de votos en la Capital, pero ahora había un clima triunfalista que se vio frustrado. El resultado capitalino es una señal más de por qué el peronismo bonaerense no debiera ir separado. Está en manos de Cristina y de Kicillof sostener la unidad.