A un puerto lo define, entre otras cosas, su capacidad de amarre. Sin ir más lejos -y aunque sea un reduccionismo-, se trata de un gran estacionamiento de buques. El fondeadero marplatense adolece hace décadas de falta de espacio. Los motivos son múltiples pero podrían reducirse a dos:
1. La gran cantidad de buques inactivos
2. La escasa cantidad de muelles en relación a la flota operativa
La solución, entonces, cuenta con dos líneas. Una, es el retiro de embarcaciones en desuso que abra lugar a las activas. La otra, engrosar la capacidad de amarre. De dicha premisa nació, hace tiempo, la idea de construir el Espigón N°9. La idea circundó por numerosas administraciones del Consorcio Portuario Regional, intendencias y gobernaciones pero nunca terminó de concretarse.
La jornada de trabajo por la crisis de la pesca fresquera trajo una vez más el tema a colación. El concejal radical, Gustavo Pujato, pidió "más metros" para el puerto e insistió con la construcción del Espigón 9. El presidente del Consorcio, Marcos Gutiérrez, lo invitó "a caminar" la zona.
Horas más tardes, el edil del Pro, Julián Bussetti aseguró qué "los kukardos anunciaron 3 VECES la obra del Espigón 9 por U$S20.000.000,00 Y NUNCA SE HIZO bajo el programa Inversiones Estratégicas para el País a través del FGS del ANSES K con un presupuesto de $100.000.000.000,00 ARS".
El dardo de Bussetti tenía una destinatario tácita: Fernanda Raverta. La ex-ANSES fue la última en anunciar la construcción del muelle. Lo hizo en enero de 2021 junto a Martín Guzmán, en ese entonces ministro de Economía. Sin embargo, los fondos nunca llegaron y el Consorcio realizó una extraña maniobra de propuesta y vuelta atrás ante otro organismo en búsqueda de partidas.
Pero chicanas a parte, el Espigón 9 se volvió una entidad etérea, declamativa, que sin importar el signo de cada administración, nunca se puso en marcha.