La Tecla Mar del Plata
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Los 1460 km 2 de la comuna divergen en topografía y realidad. Del centro cosmopolita a la periferia rural, del llano a la sierra, de la arena al acero industrial. El tablero de juego tiene una estructura administrativa pero también política: los circuitos electorales. La división del territorio en barrios y lugares de votación permite a las fuerzas un análisis pormenorizado de puntos favorables y otros a reforzar a lo largo de General Pueyrredon.
En la actualidad hay un total de 29 subdivisiones dónde se distribuyen los casi 590.000 electores de la comuna. La cantidad de circuitos conquistados no hace a la victoria. Bien lo saben en las filas de Encuentro Marplatense, que se impuso en 16 de ellos pero aún así mantuvo a la alianza 8 puntos abajo de Juntos por el Cambio que ganó en 10. Libertad Avanza, el sello debutante, conquistó 2 (369 y 370G) a los que sumó varios segundos puestos. El circuito 368C, por su parte, tuvo empate a 12 votos entre la lista de Guillermo Montenegro y la de Fernanda Raverta.
La victoria de Montenegro se explica a través del resultado de los circuitos céntricos, como el 366 dónde alcanzó los 27.474 votos contra 9.560 de la alianza entre Acción Marplatense y Unión por la Patria. Un caso similar es el del 367 (22.193 a 10.301) y el 366A (14.716 a 9454). Mientras el oficialismo se fortalece en el centro, la oposición lo hace en los barrios. Encuentro Marplatense venció, por ejemplo, en 7 de las 8 subdivisiones del 370 y cosechó buenas victorias en parte del 364 y el 365. No obstante, las dos zonas ganadas por la tropa libertaria (y otras dónde perdió por menos de 100 votos) son una señal de alerta. La pérdida de fuerza en la periferia generó tensiones entre las partes.
Hasta el 2021, el circuito 364 era el más populoso con la friolera de 131.000 electores. No obstante, ante la fragmentación del mismo en seis partes, el primero de la lista pasó a ser el 366 con 84.538 votantes. En la conversación, dirigentes de las distintas fuerzas consideran que allí se dará la batalla central, aunque desde la oposición matizaron que “un voto vale lo mismo en el centro que en los barrios”. La batalla por los circuitos también se dará en el plano de la fiscalización, algo que preocupa especialmente dentro de la tropa libertaria, que asegura que pudo haber perdido “hasta 5 puntos” entre ausencias, robos y la relación de fuerzas desfavorable ante estructuras más grandes.
Un yacimiento llamado voto en blanco
Dentro de quienes no optaron por ningún candidato hay un grupo especial: el voto en blanco. A diferencia de quienes se abstuvieron (más del 35% del padrón), se trata de electores que, al menos, se acercaron a las urnas. El blanco puede explicarse por dos vías. Una es desde el desencanto, algo que va en línea con el clima de época. Otra variante puede asociarse con el corte de boleta o el desconocimiento. Cabe recordar que los sufragios se cuentan por segmento, por lo que si una persona optó por un intendente pero no por el presidente, esta última categoría suma como voto en blanco. Las porciones más grandes del grupo se dieron en los distritos más populosos y por ende céntricos: 3250 en el 366; 2884 en el 367; 2874 en el 366A y 2832 en el 364D. El porcentaje es significativo: con más de 32.000 personas se asemeja a la diferencia entre Montenegro y Raverta y es casi el volumen necesario para meter un concejal.
Corte de boleta: el problema con los presidenciables
Si bien desde los búnkers aseguran que el corte -práctica histórica en General Pueyrredon- no fue significativa, en márgenes pequeños puede volverse clave. Tanto Guillermo Montenegro como Fernanda Raverta obtuvieron una ventaja a favor respecto a Bullrich/Larreta y Massa/Grabois respectivamente. En ambos casos, la diferencia se ubicó en torno a los 7 mil votos. ¿Apostarán por el corte en busca de cuidar lo local? En el caso de Libertad Avanza, la operación fue a la inversa: Javier Milei sacó más de 20.000 de luz a Rolando Demaio. El desafío para la tropa libertaria es traccionar la fuerza de una punta a la otra.