El pitido inicial tendrá lugar a las 8 de la mañana del 13 de agosto. Tras meses de especulaciones, encuestas y análisis, pro- mediando la noche se correrá el velo y quedará al descubierto el verdadero tablero electoral. Las PASO, termómetro y tamiz a partes iguales, significarán el fin del misterio. Luego de algunas impugnaciones, el contador de listas en General Pueyrredon quedó en 20. Si bien son menos nóminas que en las legislativas de dos años atrás, supera a las últimas ejecutivas, cuando 13 fuerzas políticas se lanzaron por la inten-dencia. A su vez habrá 23 por la Gobernación y 21 por la Quinta Sección.
Una característica en la comuna será la ausencia de internas entre las coaliciones mayoritarias. Juntos logró la excepción de la “V” y conformó una lista de unidad en el plano local. Aunque con agenda y filiaciones particulares, desde las filas del armado destacan “la armonía” en el plano local. Por su parte, el pultismo y Unión por la Patria aunaron fuerzas bajo el sello de Encuentro Marplatense, en un cierre donde la fuerza vecinal y el massismo quedaron bien parados. Por su parte, la tropa libertaria busca sorprender y consolidarse como tercera fuerza. Más atrás asoma el Frente de Izquierda, que deberá realizar una elección histórica para tener chances de ingresar al Concejo Deliberante.
La campaña mostró un arranque furioso, que amainó con el correr de las semanas. Si bien la estrategia varía según el tipo de elector al que apuntan, desde distintos sectores acuerdan en una premisa: el desencanto del electorado. Las señales pueden ser simbólicas, como la pregunta frecuente en las mesitas de militancia de “¿Qué se vota?”, o tangibles, como los niveles de abstención y votos en blanco en los comicios provinciales ya celebrados en lo que va del 2023. Hasta el momento, el pico del ausentismo se dio en el 2021, cuando las 206.005 personas que no sufragaron superaron por 50.000 votos a la lista ganadora.
El impacto de la abstención trasciende las fronteras de la comuna. Con 569.960 electores,
General Pueyrredon representa el 1,6 por ciento del padrón total del país. En el “uno a uno” supera en cantidad a nueve provincias argentinas: Tierra del Fuego, Santa Cruz, San Luis, Neuquén, La Rioja, La Pampa, Formosa, Chubut y Catamarca. A su vez se constituye como pieza clave en la maquinaria para ganar la Provincia: es el segundo distrito bonaerense, detrás de La Matanza. Las dimensiones de la comuna también se harán notar en la logística.
Habrá un total de 1.643 mesas, por lo que, de mínima, las fuerzas requerirán igual cantidad de fiscales para defender el voto. Los antecedentes marcan la predominancia de Juntos por el Cambio desde salida de Acción Marplatense. El peronismo realizó su mejor elección en 2019, en una ciudad que le es históricamente esquiva, aunque perdió caudal dos años después. El peso libertario ¿podría torcer la balanza? El tablero está seteado y, como nunca, la incertidumbre proyecta una sombra que solo el voto podrá difuminar.
Dispersión, legitimidad y padrón: ejes de las primariasLos beneficiados y los perjudicados ante el tamaño del electorado. La superación del piso de 1,5% y el impacto del gran número de listas. Qué rol juegan los votos blancos y nulos. La representación política, interpelada.El clima de desencanto con la política es una verdad vox pópuli que circula entre analistas y la propia política. La abstención se volvió palabra repetida en los análisis comicios tras comicios. El 2021 representó un hito en materia de baja participación, tendencia que se confirmó en las elecciones provinciales que tuvieron lugar hasta el momento. Si la falta de sufragio es una muestra de descontento lejos de las urnas, el voto blanco y el nulo lo son dentro. Los porcentajes de cada fuerza se miden, en primer lugar, sobre los que asistieron a
la elección y, luego, sobre los votos válidos. Si se contrasta la fracción sobre el padrón total, el grado de legitimidad real sufre cambios drásticos: el 44,5% de Juntos en 2021 pasa a ser un 27,2%, mientras que el 25% del Frente de Todos se reconvierte en 15%. El “porcentaje
real” muestra el desafío que tendrán las fuerzas una vez definida las elecciones para llevar
adelante la gestión.
En las PASO, el 1,5% es medido en torno a los sufragios positivos y blancos, por lo que una
fuerza chica se beneficia de la deserción electoral: 10 votos valen más sobre 100 que sobre 1.000. Algo similar ocurre con aquellas agrupaciones que cuentan con un núcleo duro consolidado. En cambio, las que apuestan a la “mayoría silenciosa” o al indeciso se sirven mejor de la masividad del voto. Un rol clave lo tendrán los fiscales, que podrán ejercer
modificaciones en el padrón en el conteo de nulos e impugnados.