El debate energético siempre cotiza alto en el debate político, aún más en un mundo que apunta a formas de producción que prescindan de los hidrocarburos en las próximas décadas. Allí aparece, entre otras alternativas, la energía nuclear. No obstante, dicho mecanismo no está exento de polémicas, en especial por su peligrosidad que quedó impresa en el imaginario mundial tras desastres como los de Chernóbyl (1986) o Fukushima (2011).
En Mar del Plata, desde 1997, la instalación de plantas nucleares está prohibida al igual que la creación de depósitos de residuos o materias primas radioactivas, plantas que elaboren o utilicen elementos que pudieran provocar contaminación radioactiva y el transporte de cualquiera de esas sustancias, sea aéreo, terrestre o marítimo.
A casi treinta años de dicha normativa, el concejal del Pro, Julián Bussetti, presentó un proyecto para derogarla. La motivación del proyecto fue, en parte, un guiño hacia la Libertad Avanza. El joven edil tomó las palabras de Milei, que había propuesto un "plan nuclear argentino".
No obstante, el proyecto le valió un choque interno con Emiliano Giri, presidente del partido en Mar del Plata y dirigente de peso en la Sección. "Nuestro partido tiene mucho para perder en caso de una contaminación ambiental, imagínate si los acuíferos sufrieran la filtración de material radiactivo, sería un desastre no solo para el cordón frutihorticola sino para todas las industrias y sectores de la ciudad del SI, pero por sobre todo eso para nuestros vecinos, para nosotros y nuestros hijos", argumentó en ese entonces.
Tras un par de meses sin novedades, se sumó un nuevo rechazo a la iniciativa bussetteana. Mediante una nota particular, una ONG calificó al proyecto de "temerario". A su vez, indicaron que era contrario al Acuerdo de Escazú, normativa de rango constitucional que salvaguarda la cuestión ambiental y la incidencia ciudadana.
“¿Cómo dejar a las generaciones futuras semejante legado de muerte? ¿Cómo arrogarnos el derecho de dar en herencia toneladas de basuras radiactivas que lo serán por miles y miles de años? ¿Adónde ponerlas? ¿Cómo señalizarlas para que en 10.000 años un humano no vaya a cavar en ese sitio? ¿En qué idioma? ¿En qué soporte físico que el tiempo no corrompa? Cómo evitar que un sismo haga emerger ese legado mortal?”, señalaron en la nota.
Por lo pronto, el proyecto de derogación de Bussetti se encuentra estancando en la comisión de Ambiente. En caso de superar dicha instancia, tocará Legislación. En un contexto de tensiones oficialistas, no queda claro que tenga el poroteo a favor.