En enero, la política metió quinta para concretar una vieja idea: la reducción de la Defensoría del Pueblo. El proyecto del oficialismo, que abrevaba de otro presentado por el concejal Alejandro Carrancio, no sólo planteaba pasar de tres a un tribuno sino que también modificaba la metodología de elección. Ya no serían los colegios profesionales, las sociedades de fomento y las ONG las encargadas de rubricar en las urnas a un candidato sino que se abriría un registro de postulación libre. En los hechos, con la mayoría propia de Juntos, se deslizaba que serían la coalición de gobierno la que ponga sobre la mesa el nombre.
No obstante, a cinco meses de dicha votación, en la que se vivieron escenas de tensión, la Defensoría de Pueblo continúa sin candidato. Por su parte, los mandatos extendidos de Daniel Barragán y Luis Salomón (Fernando Rizzi asumió como secretario de Educación) vencerán el próximo martes 14 de mayo. Tomando el sistema propuesto por la Ordenanza oficialista queda a las claras que los días no alcanzan para la apertura de registro, objeciones y defensas de los potenciales candidatos por lo que se abren dos alternativas: acefalía o prórroga.
En el caso de que el Legislativo resuelva no darle continuidad a los dos defensores vigentes, la Defensoría quedaría acéfala y la firma de los expedientes comenzaría a correr por cuenta de la presidenta del Concejo, Marina Sánchez Herrero (UCR) hasta que se oficialice a alguien en el cargo. En los pasillos rememoran lo ocurrido durante la gestión Pulti, dónde entre el fallecimiento de una de las defensoras y la postulación a concejal de otra, la entidad quedó sin representante y la lapicera pasó a manos de Ariel "Cholo" Ciano, entonces mandamás del cuerpo deliberativo.
La otra opción es la de prorrogar los mandatos de Barragán y Salomón, algo que podría ocurrir en los próximos días mediante un decreto de la presidencia.
Más allá de las cartas por la que el Legislativo deberá optar, el dato político surge de la ausencia de respuesta: el oficialismo no logra dar con un nombre que satisfaga a todas las partes.