El decreto 273/25 fue un baldazo de agua fría para la industria naval, un importante sector económico de la ciudad vinculado a la pesca. ¿Por qué? La orden pergeñada y rubricada por Federico Sturzenegger habilitó la importanción de bienes de capital usados para todos los rubros.
"No aprendemos de nuestros errores ni de la historia. En la Industria Naval Pesquera la importación de barcos usados generó precarización de las inversiones, competencia desleal, empresas que quebraron por operar herramientas ineficientes y pérdidas de vidas en naufragios", sentenció uno de los popes navales radicado en la ciudad.
Aunque de forma indirecta, dicho decreto finiquita con otro del 2019, lanzado por Mauricio Macri en su último año de gestión que impulsaba la modernización de la flota pesquera. Una de las variantes que motivó la medida fue la edad de la tropa de buques nacional que entre sus filas cuentas con muchísimas naves de más de cuarenta años.
Los efectos eran múltiples: una flota renovada generaba trabajo en los astilleros nacionales, mejoraba la tecnología y por ende la competitividad de los barcos e implicaba un upgrade en materia de seguridad. Este úlitmo punto era especialmente importante para los marineros de un puerto del cual salieron el Rigel y el Repunte, que dejaron decenas de vidas en aguas patagónicas.
A su vez, dicho decreto parecía haber trascendido la grieta. Fue sostenido durante la gestión de Alberto Fernández, con Matías Kulfas a la cabeza de la cartera productiva. Si bien la pandemia truncó el proceso, en el sector naval reconocen que fue una ventana de años de fuerte trabajo.
Ahora, el decreto sturzeneggeriano pareciera cortar la rueda. ¿Será?